El libro infantil

Estoy que me muero de ilusión porque tengo un proyecto maravilloso conjunto con una amiga igual de maravillosa. Llevamos meses con esto y empieza a tomar forma. No os puedo contar demasiado. Con el título del post parece obvio de qué se trata ¡Y sin embargo no, listillas y listillos! La idea va un poco más allá, no es solo un libro infantil, es un proyecto artístico, social y colaborativo que intentará hacerse en conjunto con niños y niñas. El libro es solo una pata. Hasta aquí puedo leer.

Lo que os quería contar hoy, son algunas de las cosas que me estoy encontrando en el proceso (más allá del creativo, que está siendo una preciosidad). Por ejemplo, me estoy dando de bruces todo el rato con un viejo enemigo EL CANON. Qué harturita, Ramirita. Haced la prueba, de verdad. Observad las reacciones de sus interlocutores cuando alguien afirma: Estoy escribiendo un ensayo de blau, blau, blau, patatas, inserte aquí palabras complicadas. Y comparadlas con las que suelen seguir a quien dice: Pues estoy haciendo un libro infantil.

Esto no debería extrañarnos. No hay más que mirar el lenguaje, siempre lo digo, ahí reside la clave para saber si algún grupo humano está o no en posición de opresión. «Infantil» se utiliza como sinónimo de poco ágil, interesante o inteligente. «Es un juego de niños» como algo fácil. «No te comportes como un niño» como oposición a ser maduro, que es lo bueno, lo correcto y lo moralmente deseable (¡Puaj!). Lo que hacen los críos o lo que está dirigido a ellos, salvo alguna masculina excepción infumable llena de estereotipos de género de mierda (Sí, El principito, ya sé que tú también lo has pensado) no merece nuestro tiempo, no es elevado, ni será jamás alta cultura. Es menos que de segunda. Y la verdad, mira, menos mal, porque la gente que va en primera apesta a impostura y a perfume intensito.

Otra cosa que me llama la atención es que en muchos certámenes, editoriales y espacios de publicación especializados en libros infantiles, y más concretamente en álbum ilustrado; no reconocen el espacio, importancia y seriedad del texto. Tratan el libro solo como objeto de de importancia plástica. Y sí, por supuesto lo es, pero no solo. No en vano cada vez hay más álbumes ilustrados escritos e ilustrados por la misma persona, que casi siempre sabe dibujar y crear universos maravillosos, pero no siempre sabe escribir, o no le dedica al texto el cariño que merece. ¡Ojo! No digo que los dibujantes no sean capaces de inventar historias buenísimas, lo que creo es que sea quien sea quien escribe los críos se merecen también calidad literaria y un lenguaje cuidado, además de dibujos bien ejecutados.

En esto tenemos buena parte de responsabilidad las madres y padres, porque también caemos en «Oh, qué libro tan bonito» sin pensar en si la historia le interesará, o estará bien contada, o si es un bodrio tremebundo. Los mismos que nos matamos por una buena narrativa en una serie, leemos novelas bien construidas o exigimos calidad en nuestro entretenimiento; a la hora de comprar libros de críos solo miramos el objeto. Lo que compramos es un juguete de preciosos colores y eso esta bien, es necesario educar el ojo, pero me temo que si no nos paramos a ver qué cuentan también las letras; quizá solo los estamos comprando para verlos nosotros. Yo misma, en alguna ocasión, he terminado en casa con libros preciosos de textos escritos por Voldemort en un día de borrachera.

Aunque mucho peor es el fenómeno de los «libros para». La autoayuda infantil. Todo ese género que se ha ido creando poco a poco y que las madres y padres usamos para ver si nos ayudan en nuestra tareas educativas. Preguntad a las libreras infantiles cuántas veces al día escuchan: Hola, buenos días ¿Tenéis algún libro para que mi hijo de dos años supere los celos de mi embarazo?. Oye, mira estoy buscando un libro para dejar el chupete. ¿Tendrías un libro para niños de dos a tres años que sirva para quitar el pañal?. ¿Para gestionar las emociones? ¿Para entender las pataletas? PARA, PARA, PARA. ¡Basta! Todos los libros y lecturas nos pueden enseñar cosas, pero ¿tú buscas en Netflix «Series para superar los cuernos de mi mujer»? ¿A que no? Pues eso. No le enseñemos a los críos que los libros son PARA nada más que para disfrutar, por favor.

En definitiva, creo que deberíamos darle al libro infantil el lugar de dignidad que se merece, el reconocimiento y espacio que tienen los libros adultos y también el respeto que le damos a la narrativa que nosotros consumiríamos. El ocio infantil no solo no es menos valioso que el adulto, sino que está en la base de su desarrollo y su futura manera de entender y construir el mundo, o lo que es lo mismo: Es mucho más fundamental que el nuestro. De modo que tanto las personas que los escribimos, quienes los editan, los ilustran, los compran y los venden tenemos la obligación de tomárnoslo en serio, salirnos de nuestros ombligos y empezar a escuchar a las criaturas.

011_top15_enminomandas

9 comentarios en “El libro infantil

  1. Silvina

    Maravilloso Estitxu!!!!!
    Y si… yo tampoco soy una lectora anonima. Pero por eso, porque se quien eres, estoy muy cualificada para justificar la afirmacion siguiente: sos maravillosa! Y tienen mucha suerte lxs niñxs que estas escribiendo para ellxs!!!!! No me aguanto las ganas de leerte! De seguirte leyendo.
    Toooodos los exitos! Y mucha suerte (que nunca estorba!!!!)

    Me gusta

  2. Sara Hormaec Gorria

    Siempre me han molestado los cuentos “clásicos”, todos dan miedo, la bruja, el ogro, el lobo, etc.
    Espero los tuyos con ilusión, se de tu amor por la escritura y lo mucho que interesan los enanos.
    Mucho ánimo.

    Me gusta

Deja un comentario