Beba tenía miedo al secador de pelo. Hacía mucho ruido y, aunque nadie se daba cuenta, siempre que alguien lo usaba se llenaba todo de mal humor y prisas. Aquel aparato tenía el superpoder de hacer enfadar a su madre.
¡¡Vamos que no llegamos!!
¡¡Nunca tengo ni un momento para mi sola!!
¡¡Mira qué hora es!!
Seguro que ni siquiera era consciente de que ahí dentro había un monstruo malo que hacía mucho ruido y le hacía enfadar. Así que decidió avisarle, pero le faltaban aun las palabras. Le faltaban muchas palabra para explicárselo.
─ ¡Quéseso, mamáaaaa! ─ Acertó a decirle al ver que lo sacaba del armario del baño
─ Es un secador de pelo, cariño, no pasa nada
¡Eso es! ─ pensó Beba ─ ¡No pasa nada! ¡Eso es lo que hay que decir cuando algo no te gusta! ¡Voy a alertar a mamá!
─ ¡Nopasanadamamá! ¡No pasanada! ─ Empezó a repetir Beba angustiada
─ Pero cariño, tranquila, si es solo un secador de pelo, mira, lo apago, tócalo verás
─ ¡¡Nooooooo!!
Beba se echó a llorar. Su madre no entendía nada. Pero apagó el secador. lo guardó en el armario y le dio un abrazo.